Exploración de Cuerpos en Movimiento

El cuerpo, es un territorio infinito de estudio y exploración que posee múltiples significados y las más amplias lecturas. Este conocimiento puede forjar cambios sobre nuestra corporalidad consiguiendo, por ejemplo, el equilibrio entre las tensiones que coexisten en el cuerpo y armonía.

Por siglos, los humanos no solo hemos utilizado la danza y el movimiento como un arte corporal que provee recreación y admiración artística, sino también como una herramienta para aumentar la conexión entre los miembros de la comunidad al igual que con la sociedad. De esta forma, la danza nos ayuda a crear un sentido de identidad y conexión más profundo, tanto a nivel personal como social. Por ello, es un medio de comunicación ya que, aunque no tiene un lenguaje verbal, la persona puede expresar sus emociones y sentimientos a través de su cuerpo en movimiento.

“Para ello es necesario abrirse al vacío. Crear el vacío, acceder al vacío, entregarse al vacío.”

– Betina Weissmann

Durante mi trayectoria en el campo de la exploración del cuerpo, he tenido la gran fortuna de nutrirme con profesionales de la danza como: Iratxe Anza, Urs Staufer, Janet Cobas, Sophi Dubs, Sole Medina, Igor Calonge, Arantza Iglesias, Amancay Gaztañaga, Miren Saralegi, Jabier Melgizo, Helena Barquilla…

Cada uno de estos artistas me ha invitado a descubrir algo nuevo, a darme cuenta de que cada experiencia es única e irrepetible, a poder darme permiso a romper con las formas y normas que las disciplinas más conservadoras de la danza nos han impuesto durante tantos años. A eliminar el bien y el mal y aceptar lo que surge en el momento.

Es por eso que en los talleres que imparto, no hay un método, no tienen una fórmula para hacerte un gran profesional. Por su connotación instantánea, son un lugar donde se siembra lo que cada cual trae, trazando un camino que se esparce, en el que se va profundizado gradualmente. Es un espacio abierto cuyo centro de retroalimentación está en el pulso individual y grupal, en aras de impulsar la necesidad latente del ser humano de explorar su cuerpo a través del movimiento.

El arte no es solo ornamental, una mejora de la vida. Es un camino en sí mismo, una salida de lo predecible y convencional … un mapa para el autodescubrimiento.

Cuando estoy bailando, es como una ofrenda. Ofrezco mi cabeza al baile, ofrezco mis hombros al baile, mis codos, mis manos, mi columna vertebral, mis rodillas, mis pies, todo mi ser, mis huesos, mi sangre, mi experiencia, mi dolor … . Lo ofrezco todo de nuevo al baile y te digo: tómalo, haz lo que quieras conmigo. Libérame.

– Gabrielle Roth

Invito al grupo y a la persona a ir al cuerpo; despertar la percepción de los sentidos, habitar la energía, reubicar nuestro centro, reconocernos en constante cambio, jugar con el equilibrio y el desequilibrio, apoyarnos en la piel, musculatura y huesos, sensaciones, paisajes. Que cada quien pueda sentir su propia danza. Y sobre todo, darle espacio a respirar; hacer uso de la respiración consciente que impulsa a darle más vida a cada uno de los movimientos que nacen, pulsantes u oscilantes.

Me interesa la mejora de la auto-consciencia a partir de la cual se genera el movimiento. Descubrí que una parte de la danza enseña a liberar la tensión innecesaria utilizada al moverse. Una vez que aprendes esto, bailar se convierte en un placer que difiere bastante de simplemente copiar y repetir ejercicios físicos.

Para mí, es sumamente importante que cada quien, poco a poco vaya siendo coherente a sus necesidades, incorporar y llegar a sentir la presencia física en todo momento. Liberarse de la forma o aspecto visual externo y centrarse en sentir un diálogo corporal con lo que nos rodea. Darse permiso a enfocarse en sus habilidades en lugar de sus limitaciones.

Porque recordad: Somos movimiento.