El concepto energía es básico en la técnica terapéutica llamada bioenergética, desarrollada por el doctor Alexander Lowen, quien habla constantemente de la mayor o menor cantidad de energía que tiene una persona, del fluir natural de la misma que se manifiesta en el bienestar del ser humano, de los obstáculos que las tensiones y coraza muscular oponen al movimiento espontáneo de la energía y de las alteraciones emocionales y somáticas que la falta de energía o su estancamiento en diversas partes y órganos del cuerpo causa en la vida de la persona.
Esta energía bloqueada que está soportada por la coraza muscular puede llegar a generar zonas dolorosas en nuestro cuerpo e incluso quedar insensibles por estar en constante tensión.
La mayoría de las veces, estas tensiones o bloqueos tienen un origen en las necesidades emocionales no cubiertas de cada persona y en cómo nuestro cuerpo se adapta a esto a lo largo de una vida. Cada cuerpo cuenta una historia única de vida con lo heredado y lo adquirido. Es decir, se trata de abrir una brecha en la coraza muscular (formada por tensiones y bloqueos) y caracterial (los rasgos de nuestra personalidad o carácter).
Para hacer un tratamiento bioenergético, el cuerpo es la clave de todo. Se llega a él por muchos caminos: la actividad muscular, el reblandecimiento del diafragma, la entrada de la respiración abdominal y torácica, el desbloqueo de las articulaciones, el desenfado postural.
Yo puedo afirmar, gracias a la espléndida formación que obtuve de la mano del psicotrapeuta Francis Elizalde que, es muy efectivo el “darnos cuenta” de bloqueos, tensiones, rigideces y cómo aprender a soltar éstos después de haberlos identificado. Nace de la implicación emocional corporeizada buscando lo que está más allá de la pereza y la dejadez. Este esfuerzo no es ascetismo puro y duro, está compensado por la satisfacción y el placer que produce el llegar al saboreo de lo que está más allá de los límites del vivir rutinario y cómodo.