Los conflictos existenciales de una persona reflejan la discrepancia entre los valores que profesa y los que en efecto acepta, ya sea de forma consciente o no. Inevitablemente esta discrepancia causará malestar emocional. Cuando no se consigue resolver este conflicto y se agotan los recursos propios, es interesante buscar un espacio psicoterapéutico donde poder revisar nuestro mundo o territorio interno.
En esta búsqueda nos podemos encontrar con diferentes terapias más o menos tradicionales y con muy diferentes enfoques. En mi estilo de trabajo, la persona que acompaño no tiene que adaptarse a un modelo de terapia concreto, sino que yo adapto mi proceder como terapeuta a sus necesidades.
Para este proceso, parto de una perspectiva que tiene en cuenta las diferentes relaciones de poder en las que estamos insertas. La clasificación en torno al sexo-género, sexualidad, racialidad etc nos sotua en diferentes posiciones y fluctuamos entre las que son privilegiadas o subordinadas. Alejándonos del punto de vista hegemónico y normativo, analizaremos esas jerarquías sociales en las que estamos situadas y cómo afectan nuestas vidas.De esta manera podemos abordar la salud mental, emocional y corporal de manera más completa y enriquecedora. Por ello, el trabajo que realizo, está indicado para todo tipo de personas y casos, y se puede trabajar de forma individual, en pareja o en grupo, según las necesidades de cada persona.
Mi línea de trabajo, que se alimenta principalmente de la psicoterapia Humanista, contempla la totalidad del ser humano. La fragmentación resta, la totalidad, en cambio, es integradora, global y esencialmente enriquecedora. No es exclusivamente para tratar malestares sino también para desarrollar el potencial humano.
“El ser humano es más que la suma de las partes, por tanto estudiarlo o tratar de entenderlo de forma fragmentada no nos lleva más que a verlo fuera de su centro y de su contexto socio-cultural e identitario.“.